Felipe II de España, “El Prudente”, fue Rey de España, Sicilia y Cerdeña desde 1556 hasta 1598. Perteneciente a la dinastía de Los Austrias, el monarca nació en Valladolid el 21 de mayo de 1527 y murió en San Lorenzo de El Escorial el 13 de septiembre de 1598.
HEREDERO AL TRONO
Hijo de Carlos I de España y V de Alemania y de Isabel de Portugal, Felipe II perteneció a la dinastía de los Austrias. Desde bien pequeño se le preparó para reinar.
En 1555, Carlos I enfermó y decidió dejar el poder en manos de su hijo y de su hermano. En octubre de ese mismo año, tuvo lugar la ceremonia en la que entregó a Felipe la Corona de los Países Bajos. Así inició el reinado de Felipe II.
Al año siguiente, 1556, su padre también le dio las Coronas de Aragón y de Castilla. Fue así como se convirtió en Rey de todo el territorio español, “en el que no se ponía el sol”.
Por su parte, su tío, Fernando I de Habsburgo, heredó el poder que tenía el Imperio de Carlos V en Alemania. Ambas Coronas tuvieron una política de defensa mutua, puesto que sus reyes eran familia.
En 1558, retirado en el monasterio de Yuste (Extremadura), murió Carlos I de España y V de Alemania.
MONARQUÍA HISPÁNICA
Con 29 años, Felipe II tomó posesión de su cargo como Rey de España siendo también rey consorte de Inglaterra, pues por aquel entonces estaba casado con Maria Tudor. Considerado por los historiadores como el monarca más poderoso de su tiempo, fue conocido como “el Prudente”.
Para muchos, el rey fue un hombre culto e inteligente, aficionado al arte y a la arquitectura. Para otros, sobre todo para sus entonces enemigos, Felipe II no era más que otro fanático de la religión obsesionado con extender sus dominios.
Ambas cosas eran ciertas. Felipe II fue un gobernante profundamente sensible con el arte y de extraordinaria inteligencia. Esto, sin embargo, no le hacía carecer de un profundo sentimiento religioso que le hizo permitir muchos excesos a la Inquisición.
El reinado de Felipe II confirió a España el título de mayor potencia europea y, posiblemente, el de país más poderoso de su tiempo. Fue este monarca el que estableció la capital en Madrid en 1560.
Para muchos historiadores, Felipe II fue quien configuró la monarquía hispánica o hispana. Heredó una gran cantidad de territorios a lo largo y ancho del globo, cada uno con diversos gobiernos.
Como elemento de unión de todos los territorios utilizó dos herramientas: la creación de instituciones para reorganizarlos y la religión católica.
Durante los más de 40 años de reinado, se produjeron grandes batallas. La mayor parte de ellas estaban motivadas por los deseos de Felipe II de extender los dominios de la Corona.
MATRIMONIOS E HIJOS
Casó en primeras nupcias con su prima hermana, la infanta María Manuela de Portugal (1527-1545) el 15 de noviembre de 1543.
- Tuvieron un único hijo:
Carlos de Austria (1545-1568), príncipe de Asturias.
Casó en segundas nupcias con la prima hermana de su padre Carlos, la reina María I de Inglaterra (1516-1558), en Winchester el 25 de julio de 1554. No tuvieron hijos.
Su tercer matrimonio con Isabel de Valois (1546-1568) tuvo lugar el 22 de junio de 1559.
Tuvieron cinco hijas:
Catalina Micaela (1567-1597), casada con Carlos Manuel I, duque de Saboya.
Juana (3 de octubre de 1568), murió a las pocas horas de nacer.Casó en cuartas nupcias con su sobrina la archiduquesa Ana de Austria (1549-1580), el 14 de noviembre de 1570. Ana era hija de Maximiliano II de Habsburgo (primo de Felipe) y de María de Austria y Portugal (hermana de Felipe).
La pareja tuvo cuatro hijos y una hija:
Fernando (4 de diciembre de 1571-18 de octubre de 1578), príncipe de Asturias.
Carlos Lorenzo (12 de agosto de 1573-30 de junio de 1575). Fue el segundo de los hijos del matrimonio formado por el rey Felipe II de España y Ana de Austria. Dos años antes de su nacimiento había nacido su hermano Fernando, que viviría hasta 1578. Nació en Galapagar, en medio del viaje de la corte de Madrid al Escorial. Fue bautizado en la iglesia de la Asunción, iglesia mayor de Galapagar, por el Nuncio pontificio, siendo sus padrinos su tía doña Juana y el archiduque Alberto.
Diego Félix (15 de agosto de 1575-21 de noviembre de 1582), príncipe de Asturias.
Felipe (14 de abril de 1578-31 de marzo de 1621), príncipe de Asturias, futuro rey de España como Felipe III.
FIN DE SU REINADO
Convertido en el monarca más poderoso de su tiempo, Felipe II quiso transformar su poder en una monarquía universal. Sin embargo, no lo tuvo nada fácil.
Las revueltas en los Países Bajos fueron apoyadas por los ingleses. El monarca español mandó a su armada a Inglaterra como castigo por apoyar a los insurgentes. Contrario a lo que se esperaba, en 1588 la “Gran Armada” de Felipe II fracasó.
Rápidamente los ingleses rebautizaron como “Armada Invencible” al ejército naval español. Este fue, sin duda, uno de las mayores humillaciones y fracasos del monarca. Años después se reconstruyó la flota, pero la posibilidad de dominar todo el Atlántico se esfumó.
A pesar de esto, su vasto reinado se extendió por Castilla, Cataluña, Aragón, Navarra, Valencia, el Rosellón, el Franco-Condado, Sicilia, Cerdeña, Milán, Nápoles, los Países Bajos, Orán, Túnez, Portugal además de su imperio afroasiático, americano y Filipinas.
Fallecimiento
Felipe II tuvo, durante la mayor parte de la vida, una salud delicada. Padeció numerosas enfermedades y durante sus diez últimos años de vida la gota le tuvo postrado. Llegó a perder la movilidad de la mano derecha, sin poder firmar los documentos. A fines de la primavera de 1598 se hizo trasladar en litera de Madrid a El Escorial.
Comulgó por última vez el 8 de septiembre, ya que los médicos se lo prohibieron a partir de ese momento, por miedo a ahogarse al tragar la hostia. Se instaló en una reducida habitación desde cuya cama y a través de una pequeña abertura podía ver el altar mayor de la basílica y el tabernáculo que reposaba en el. A pesar de su inmenso sufrimiento disponía minuciosamente de los menores detalles de sus exequias.
Mando a llamar a su hija preferida y a su hijo, a quienes se mostró encenegado en sus deyecciones y les murmuro “he querido, hijos míos, que os hallarais presentes para que veáis en que vienen a parar los reinos y señoríos de este mundo”. A las cinco de la madrugada del domingo 13 de septiembre de 1598, con un crucifijo en una mano y un cirio encendido en la otra y los ojos fijos en el tabernáculo, falleció en el monasterio de El Escorial, donde fue sepultado, a los setenta y un años. Su agonía había durado cincuenta y tres días, en los que sufrió varias enfermedades: gota, artrosis, fiebres tercianas, abscesos e hidropesía entre otras.
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