lunes, 28 de diciembre de 2020

Lope de Vega


Lope Félix de Vega Carpió nació en Madrid el 25 de noviembre del año 1562. Dramaturgo español y creador del teatro nacional, abruma en su grandeza; Miguel de Cervantes le llamó “monstruo de la Naturaleza” con cierta envidia y desprecio aunque también reconoció que había logrado “el cetro de la monarquía teatral”. 

La fecundidad literaria de Lope de Vega es impresionante; cultivó todos los géneros vigentes en su tiempo, dando además forma a la comedia.

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La Historia nos dice que sus padres fueron el bordador en oro Félix de Vega —hombre enamoriscado y poeta de cortos vuelos —y Francisca Hernández, pobre mujer hidalga, madraza de cinco hijos. Pero la poesía nos jura que Lope fue el hijo primogénito del matrimonio maravilloso del Destino y la Villa de Madrid, contraído a fines de 1561, con el padrinazgo del mejor rey de España, don Felipe II.

Lope estudió con los teatinos. Cuando acababa de cumplir los doce años se escapó a Segovia con un amigo, de donde le devolvieron a la Corte certificado con un corchete. Poco después entró al servicio del obispo de Avila, don Jerónimo Manrique… que residía en Madrid. Estudió en la Universidad de Alcalá de Henares, aun cuando su nombre no figura en los registros universitarios.

lope de vega felix obra literaria y biografia

Se alistó en las armadas españolas que combatieron felizmente en las Islas Terceras e infelizmente en las costas de Inglaterra ; intrépido arcabucero, alma vibrante, en la llamada Armada Invencible utilizó como tacos de su arcabuz los manuscritos de sus poemas dedicados a Filis (Elena Osorio, cómica, hija de cómico y mujer de ídem).

Durante algunos meses vivió en Valencia, porque a la fuerza ahorcan, y él tenía prohibida, bajo penas severas, la vuelta a Madrid, en cuya cárcel de Corte había sido huésped durante algún tiempo. Nombrado secretario de cartas de don Antonio Alvarez de Toledo, duque de Alba, con éste vivió en Toledo y en Alba de Tormes. 1596: le procesaron en Madrid por concubinato. Habiéndose escapado de los curiales con ingenio y respingo, sirvió al marqués de Malpica —1596— y al conde de Lemos — 1598.

Entre 1599 y 1610 anduvo por Valencia, Toledo y Sevilla estrenando comedias, dirigiendo tertulias literarias, para instalarse definitivamente en Madrid. Desde este año, Lope fue el proveedor casi exclusivo de los dos teatros de Madrid: el del Príncipe y el de la Cruz, y de casi todos los que funcionaban en España. Se ordenó sacerdote en 1614.

Sirvió de alcahuete y secretario de cartas amorosas a don Luis Fernández de Córdoba y Aragón, duque de Sessa. Disfrutó de varios oficios eclesiásticos. Urbano VI le nombró doctor en Teología y caballero de la Orden de San Juan. Dirigió las famosísimas Justas Poéticas dedicadas a San Isidro, patrón de Madrid, con motivo de su beatificación — 1620— y de su canonización —1622—.

Formó parte de las Academias literarias El Parnaso y Selvage. Ostentó el título honorífico de familiar del Santo Oficio. Angustiado por los problemas familiares y por los reconcomios del alma, murió el 27 de agosto de 1635 en su casita de la calle de los Francos.

Con los enumerados episodios de la inquieta y turbulentísima vida de Lope hay, y sobran, para nutrir varios libros

Se casó dos veces: con doña Isabel de Urbina y Alderete — 1588—, hija de un rey de armas y regidor de Madrid, a quien raptó… pre nupcialmente, y por cuyo delito dio con sus huesos en la cárcel de Corte y en el destierro valenciano. En 1598 con doña Juana Guardo, hija de un rico abastecedor de carne y pescado, que le llevó en dote 22.382 reales y hembra «con más de flamenca que de menina».

Dieciséis años acababa de cumplir cuando se ayuntó con María de Aragón, chicuela coqueta y alegre, con quien Lope tuvo un hijo, a la que cantó en sus versos y prosas con el nombre de Marjisa.

A Elena Osorio, hija de un cómico y mujer de un ídem, la llamó Filis, vivía en el Avapiés y era una moza morena, desenvuelta, picante, «de ojos castaños picados de oro». Pues los escándalos que dieron los amantes, y que ella, por consejo de sus padres, y tácito asentimiento de su marido, cayera en los brazos del rico imbécil don Juan Tomás Perrenot de Granvela, motivaron proceso escandaloso y escandalosa cárcel para el seductor chulito Lope.

En 1596, los alcaldes de Casa y Corte incoaron proceso contra Lope por vivir en concubinato con doña Antonia Trillo de Armenta, hija de un alférez de la Guardia Española en Lisboa, y viuda de un tal Puche, natural de Barcelona.

Entre los años 1599 y 1612, Lope tuvo una amante oficial — con la que braceaba por ciudades y coliseos —la cómica Micaela de Lujan, Camila Lucinda, mujer de un actor pésimo, hermosísima esta Micaela de Lujan, de ojos azules y pelo negro, blanca y fogosa, con la que Lope hubo siete hijos.

En 1614 andaba Lope en ayuntamientos alardeados con Jerónima de Burgos — Gerarda —, para quien él escribió su famosa comedia La dama boba, bellísima y culta comedianta, la cual tan «apegada estaba a Lope», que para ayudarle a «mejor vivir», en ratos que el amante no necesitaba su compañía, iba a hacérsela al duque de Sessa, y de la cual sacaba pingües frutos que compartía con el genial poeta. Ya sacerdote, en 1616, el genio siente breve debilidad amorosa por Lucía de Salcedo, cómica que venía de Nápoles y que residió en Valencia.

En este año se inició la más sincera de las pasiones amorosas de aquel Monstruo de Naturaleza; en el ocaso de su vida se enamoró con vehemencia de mar enloquecido de doña Marta de Nevares Santoyo —Amarilis—, mujer de Rodrigo Hernández de Ayala, «hombre de negocios», en la que el ciego enamorado encontró todas las perfecciones.

Con cierta justificación, pues que según cuantos la conocieron doña Marta de Nevares — además de desgraciada por un marido torpe e inculto— era rubia, de ojos verdes, alta y esbelta, melosa de habla, inteligente y muy culta, tañía y cantaba con incomparable destreza, danzaba hechiceramente y componía versos que a Lope parecíanle superiores a los de Safo griega, Valeria latina y Argentaría española.

Metió en su casa a doña Marta, y doña Marta sirvió de madre a los hijos que le vivían a Lope y, claro está, a la hijita que tuvo de Lope, Amarilis — ¡ ay, Dios, Dios, Dios ! — cegó repentinamente; enloqueció después y murió en 1632, dejando a Lope, además de una pena «más grande que el mundo» a la hijita de ambos, Antoñica Clara, nacida en Madrid en 1617.

¿Cuántos hijos se le conocen a Lope? De Marfisa tuvo uno, muerto pronto. De su primera mujer, doña Isabel de Urbina, dos niñas: Antonia y Teodora, que sobrevivieron poco tiempo a su madre, muerta en 1595.

De Micaela de Lujan, siete, de los que llegaron a mayores Marcela y Lope Félix, díscolo y poeta, que se hizo militar y murió durante una expedición para pescar perlas en la isla Margarita, del mar Caribe.

De su segunda esposa, doña Juana Guardo, dos, Carlos Félix — encantadora criatura, delicia de su padre, muerto en flor, a los siete años — y Feliciana, cuyo nacimiento causó la muerte a su madre, única hija legítima que sobrevivió a Lope, y que casó con don Luis de Usátegui, oficial de la Secretaría del Consejo de Indias.

De su mayor amor, Marta de Nevares, una niña, Antoñica Clara, bellísima como su madre, raptada cuando sólo tenía diecisiete años por un galán de la corte, don Cristóbal Tenorio, antiguo servidor de Felipe IV.

Lope de Vega escribió más del triple que el autor que más haya escrito. Fijémonos en los grandes escritores modernos: Galdós, Balzac, Dickens, Dumas padre. Los que no vivieron sino para escribir. Los que, como el último de los mentados, escribieron con varios colaboradores.

La producción ingente, asombrosa, de cualquiera de ellos, es… una cantidad sin importancia ante la suma inverosímil de las obras lopinas. ¿Mil ochocientas comedias? Pongamos menos, ya que Montalbán pudiera exagerar. ¿Mil quinientas? Pongamos menos, ya que el propio Lope pudiera pavonearse un tanto. ¿Mil doscientas? Seguramente más de mil.

Y muchos miles de poemas. Y novelas. Y poemas épicos extensísimos.

Y poemas burlescos. Y libros religiosos. Y acciones en prosa. Y libros de historia. Y libros ascéticos.

Entre quienes fueron sus contemporáneos el juicio de Cervantes es definitivo; porque nunca fueron buenos amigos Lope y él, y sí enemigos plenos en 1615, fecha de la que son los elogios cervantinos: «Entró luego de Monstruo de Naturaleza el gran Lope de Vega, alzóse con la monarquía cómica; avasalló y puso debajo de su jurisdicción a todos los farsantes; llenó el mundo de comedias propias, y felices y bien razonadas, y tantas, que pasan de diez mil pliegos los que tiene escritos, y todas, que es una de las mayores cosas que puede decirse, las ha visto representar u oído decir, por lo menos, que se han representado; y si algunos, que hay muchos, han querido entrar a la parte y gloria de sus trabajos, todos juntos no llegan en lo que han escrito a la mitad de lo que él solo».

Cuando Lope empezó a escribir para la escena luchaban en ella muchos ingenios movidos por diversas y aun contrarias tendencias. Unos estaban demasiado apegados a las reglas clásicas y al afán estéril de imitar los teatros griego y romano. Otros anteponían los sentimientos morales de una esbozada tendencia nacional. Todos ellos pecaban de un lenguaje desaliñado, pretencioso y oscuro, o de una poesía vulgar sin sazón ni soltura.

casa de lope de vega

Estudio en la casa madrileña de Lope de Vega. — Entristecido y anciano sacerdote, en este estudio trabajaba el llamado por Cervantes “Monstruo de la Naturaleza”, durante los últimos años de su vida, en compañía única de su idolatrada hija Antoñica Clara, que le nació en Madrid, en 1617, de la mujer más adorada por él: aquella Marta de Nevares, la Amarilis de sus poemas suspirados, rubia, de ojos verdes, alta y esbelta, melosa de habla y muy culta. Alta, rubia, ojimelosa, hechicera como su madre, Antoñica Clara, un día cualquiera de 1634, dio a su anciano y melancólico padre el último beso… antes de ser raptada por el audaz galán don Cristóbal Tenorio. Suponemos que no con gran disgusto de la raptada.

Lope acabó con todo esto, implantó el buen gusto en la elección de los temas. Perfeccionó el estilo dentro de una sencillez asombrosa. Exaltó la pasión por lo netamente nacional, tradicional o histórico. Ajustó el movimiento escénico. Avivó la invención sin violentarla ni exagerarla.

Repudió cuanto no era natural. Introdujo en la intriga la acción cómica. Dibujó con primorosa mano los caracteres femeninos. Dio una variedad asombrosa a la versificación. Lope se convirtió en todo el teatro español. Conviene repetirlo una y mil veces: sin Lope no tendríamos a «Tirso», ni a Calderón, ni a los demás; él es el padre augusto de todos.

El gran crítico y erudito alemán Schack asegura que no existe literatura alguna en el mundo que, como la española, deba todo su teatro a un solo autor: Lope de Vega. Y el crítico y erudito inglés, muy conocedor de nuestra literatura, Fitzmaurice Kelly, sentenció «que sería mucho más fácil que en la literatura universal aparecieran otro Cervantes, otro Shakespeare, que otro Lope de Vega».

Porque resulta realmente inverosímil, inconcebible, cómo pudo escribir Lope lo que escribió, que precisa una muy larga existencia dedicada exclusivamente a laborar en la soledad, mientras vivió como vivió… Porque, ¿cómo tuvo tiempo Lope ni para vivir su vida?.

El primer estupor que nos saca del alma Lope es éste: ¿cómo meter tanta acción y tanta pasión y tanta preocupación en setenta y tres años? ¿Cómo se las arregló para vivir años de mil y un días, y días de setenta y dos horas?.

Físicamente fue Lope lo que se dice «un buen mozo». Alto, enjuto de cuerpo, el rostro moreno y muy agraciado, la nariz larga, los ojos vivísimos y seductores. Y Montalbán, que tan amigo suyo fue, agrega: «Fue hombre de mucha salud, porque fue muy templado en los humores, muy suelto en los miembros, muy ágil en las fuerzas, muy proporcionado en las facciones y muy ligero de pies y manos. Era discreto en las conversaciones, modesto en las visitas, atento en los actos públicos, descuidado en los suyos propios, apacible con su familia, galante con las mujeres y cortesano con los hombres».

libro de lope de vega

Portada de «Los pastores de Belén», de Lope de Vega. 1612. — Primera impresión de obra tan grata y significativa. Su impresor, Juan de la Cuesta, el de la calle de Atocha con vuelta a la Costanilla de los Desamparados, e impresor de las dos partes del Quijote. Se encargó de vender esta edición del libro de Lope el más popular librero del Madrid de entonces: Antonio Pérez, amigo y admirador incondicional del “Monstruo de la Naturaleza” —proclamado tal por Cervantes— y padre del más fervoroso amigo, discípulo y biógrafo de Lope: Juan Pérez de Montalbán. Los pastores de Belén: prosas y versos divinos fueron dedicados por Lope a su hijito Carlos Félix. Su éxito fue considerable y fulminante. Y son rarísimos los ejemplares de esta edición príncipe… ¡a causa de la severa expurgación que hizo de este magnífico libro el celosísimo Tribunal del Santo Oficio!

Escritores coetáneos a él afirmaron que las mujeres salían a los balcones para bendecirle y que se llegó a crear un símbolo paradigmático para todo lo bueno de la vida: Esto es Lope. ¿Una fiesta suntuosa, sin posible descripción? ¡Esto es Lope! ¿Un nuevo suceso fausto para España? ¡Esto es Lope! ¿Un objeto de valor incalculable o de una impar belleza? ¡Esto es Lope! Sólo los seres excepcionales como Lope «no pueden estar en los medios».

Lope de Vega fue fuente inagotable de inspiración, no sólo para los dramaturgos nacionales, sino igualmente para los extranjeros. En su producción entraron «a saco» Boisrobert, Rotrou, Cellot, Montfleury, Corneille, Moliere, Le Sage, Shirley…

Entre las mejores obras escénicas de Lope figuran: La Estrella de Sevilla, Peribáñez, Fuenteovejuna, El caballero de Olmedo, El rey don Pedro en Madrid, El mejor alcalde, el rey, El anzuelo de Fenisa, Santiago el Verde, La dama boba, El perro del hortelano, El villano en su rincón, La bella malmaridada, La moza del cántaro, El castigo en la venganza, El remedio en la desdicha, Los milagros en él desprecio, Porfiar hasta morir…

Entre sus mejores obras poéticas están: Soliloquios, La Arcadia, La Dorotea, Pastores de Belén, Rimas sacras, La hermosura de Angélica, Rimas humanas y divinas, La Gatomaquia, El Isidro, La Dragontea, La Jerusálén conquistada, Corona trágica… – Fuente>>

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Doña Marcela de San Félix, hija del poeta Lope de Vega, despide el cuerpo de su padre yerto desde una ventana del Convento de las Trinitaria…

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