Sophia Magdalena Scholl nació el 9 de mayo de 1921 en Forchtenberg, Alemania. Sus padres fueron el político Robert Scholl y su esposa Magdalena Müller, quienes tuvieron seis hijos de los cuales Sophie era la cuarta.
Los nombres de los hermanos de Scholl fueron Inge, Hans, Elisabeth, Werner y Thilde (que murió en la infancia). En la época en la que Sophie nació, su padre tenía el cargo de alcalde de Forchtenberg y se mantuvo en esa posición hasta 1930.
Sus padres eran cristianos luteranos y criaron a sus hijos dentro de su fe. Sophie Scholl tuvo una infancia tranquila; comenzó a asistir al colegio a los siete años y obtuvo buenos resultados académicos.
La familia Scholl se mudó a Ludwigsburg en 1930 y dos años más tarde se trasladaron a la ciudad de Ulm. En 1932 Sophie comenzó a asistir a una secundaria femenina; en esa época el nazismo empezó a tomar fuerza en Alemania.
En 1932, Sophie comenzó los estudios de secundaria en un colegio para chicas. A los doce años se la invitó a entrar en la Liga de Muchachas Alemanas (BDM por sus siglas en alemán), organización femenina de las Juventudes Hitlerianas, al igual que la mayoría de sus compañeras de clase. Su entusiasmo inicial fue transformándose gradualmente en actitud crítica. Ella estaba al tanto del punto de vista también crítico de su padre, de sus amigos y de algunos profesores.
Durante la guerra
En 1937 fue detenida durante unas horas, junto con sus hermanos, por la participación de su hermano Hans en la “Bündische Jugend”, un movimiento de las juventudes alemanas que había sido ilegalizado. Este episodio la marcó fuertemente. Comprendió la visión agresiva del nazismo y desde ese momento se hizo tenaz opositora a la dictadura de Hitler.
Tenía talento para el dibujo y la pintura y, por vez primera, entró en contacto con los llamados «artistas degenerados». Igualmente era una ávida lectora que desarrolló un creciente interés por la Filosofía y por la Teología. Todo ello constituía su mundo alternativo al mundo nacionalsocialista.
En la primavera de 1940 finalizó sus estudios de secundaria. El tema de su examen de bachillerato (Abitur) fue «La mano que mueve la cuna mueve el mundo».
Como le gustaban los niños, hizo unas prácticas como educadora en un jardín de infancia y en un sanatorio de niños, motivada por la esperanza de que le fuera reconocido como servicio alternativo al Servicio Alemán de Trabajo (Reichsarbeitsdienst, RAD), requisito obligatorio para acceder a la Universidad. No fue así y, en la primavera de 1941, empezó un periodo de seis meses en el servicio auxiliar de la guerra, como profesora de jardín de infancia en Blumberg. El régimen de corte militar la llevó a reflexionar sobre la situación política y comenzó a practicar la resistencia pasiva.
Tras los seis meses en el RAD, en mayo de 1942 se matriculó en la Universidad de Múnich como estudiante de biología y filosofía.
Su hermano Hans Scholl, que estaba estudiando medicina allí, le presentó a sus amigos, los cuales, aunque fueron conocidos a la larga por su postura política, inicialmente se reunían por su común interés por el arte, la música, la literatura, filosofía y teología —también tenían su importancia las excursiones en la montaña, esquí y natación— y a menudo asistían a conciertos, representaciones de obras y conferencias.
En Múnich, Sophie se reunió con un buen número de artistas, escritores y filósofos, especialmente Carl Muth y Theodor Haecker, que fueron importantes contactos para ella y sus creencias cristianas. La pregunta que más debatían era acerca de cómo debía actuar un individuo bajo una dictadura.
Durante las vacaciones del verano de 1942, Sophie Scholl tuvo que realizar trabajos de guerra en una planta metalúrgica de Ulm. Al mismo tiempo, su padre estaba en prisión por un comentario crítico que le hizo a un empleado sobre Hitler.
La Rosa Blanca
Empezaron a aparecer en Múnich varias pintadas en las paredes y panfletos en la Universidad sobre un movimiento opuesto a la guerra, denominado “La Rosa Blanca“. Sophie se sintió atraída de inmediato por este movimiento y hasta semanas después no se enteró de que su hermano Hans Scholl y sus amigos eran los miembros de este grupo, que había comenzado con cinco integrantes y se extendió rápidamente por toda Alemania. Fue Sophie la encargada de captar al profesor Kurt Huber para el movimiento.
Con su apariencia inofensiva y discreto atractivo, Sophie se encargó de trasladar a otras ciudades propaganda del movimiento y ayudar a conformar células a nivel nacional. La Gestapo, policía política nazi, orientó pronto sus investigaciones contra el grupo, aunque sin tener una pista.
Hans Scholl y su hermana Sophie lideraban al resto del grupo, que incluía a Christoph Probst, Alexander Schmorell y Willi Graf. El profesor Kurt Huber preparó las dos últimas series de folletos que distribuyeron los muchachos.
Fotos de Sophie y Hans Scholl después de su arresto por la Gestapo. 18 de febrero de 1843. Fuente: nationalww2museum.org |
Los varones de la Rosa Blanca eran veteranos de guerra, pues habían luchado tanto en el frente francés como en el ruso. Habían sido testigos de las atrocidades nazis, en el campo de batalla, y eran conscientes de que el revés que la Wehrmacht había sufrido en Stalingrado podría eventualmente llevar a Alemania a la derrota.
Tras un largo intervalo de inactividad en la segunda mitad de julio de 1942, la Rosa Blanca tomó una postura más enérgica contra Hitler en febrero de 1943, repartiendo las dos últimas series de folletos y pintando eslóganes antinazis a lo largo de Múnich, principalmente en las puertas de la Universidad (“¡Fuera Hitler!”).
La última distribución tuvo lugar en la Universidad, la mañana del 18 de febrero de 1943, a fin de coincidir con la salida de clase de los estudiantes.
Con la mayoría de los folletos ya repartidos en lugares importantes, Sophie Scholl tomó la decisión de subir las escaleras hasta lo alto del atrio y lanzar los últimos folletos sobre los estudiantes. Fue vista por un conserje, quien era miembro del partido Nazi, y cerró las puertas del edificio de la universidad encerrando a los hermanos Scholl mientras llamaba por teléfono a agentes de la Gestapo, que arrestaron a los hermanos Scholl. Los otros miembros activos cayeron pronto en redadas que hicieron a los amigos de Hans y Sophie, siendo sometidos a interrogatorio tanto el grupo como todos los relacionados con ellos.
Ejecución
La Gestapo colocó a una prisionera política alemana, de nombre Elsa Gebel, para espiar a Sophie con la intención de obtener más nombres de miembros del grupo. Sin embargo, Elsa fue captada por el movimiento y cambió sus convicciones ante la dictadura, a quienes no proporcionó información alguna. Tras la guerra, dirigió una carta a los padres de Sophie, a quienes hizo saber que, durante los últimos cinco días de la vida de su hija, le había cambiado toda su forma de pensar y marcado para siempre.
Los Scholl y Probst fueron los primeros en comparecer ante el tribunal, el 22 de febrero de 1943. Roland Freisler, Juez Supremo del Tribunal del Pueblo o Volksgerichtshof de Alemania, los acusó de traición y fueron condenados a morir en la guillotina ese mismo día. Extrañamente, a los Scholl y a Probst se les permitió compartir varios minutos a solas antes de que se cumpliera la sentencia. Sus últimas palabras, justo antes de ser llevada a la guillotina, fueron: “Sus cabezas caerán también“. – Fuente Wikipedia.
Los padres de Sophie y Hans les visitaron antes de su ejecución y su madre les dijo: “Estoy orgullosa de vosotros”. Por su parte, el padre tuvo una acalorada intervención durante el juicio ante el temible juez Roland Freisler: “Si nadie defiende a mis hijos lo voy a hacer yo. Hoy somos nosotros, pero mañana será su turno, nosotros estamos en la verdad, pero usted no”. Sophie fue la primera en subir al cadalso donde esperaba la guillotina. Tras ella, le llegó el turno a Cristoph Probst. Hans Scholl, al grito de “que viva la libertad”, fue el último. Tras las ejecuciones, la Gestapo prosiguió con sus investigaciones y los demás miembros de La Rosa Blanca acabaron detenidos. Entre abril de 1943 y octubre de 1944 se celebraron los juicios que se saldaron con cuatro nuevas condenas a muerte y numerosas penas de prisión por colaboración.
“Si nadie defiende a mis hijos lo voy a hacer yo. Hoy somos nosotros, pero mañana será su turno, nosotros estamos en la verdad, pero usted no”.
Con la muerte de sus fundadores, La Rosa Blanca desapareció, pero sus palabras, la única arma que aquellos jóvenes idealistas emplearon contra el régimen nazi, no cayeron en el olvido. Una copia de su último panfleto cayó en manos del abogado alemán, contrario al nazismo, Helmuth James Graf von Moltke, quien, con la ayuda de colaboradores en los países nórdicos, hizo llegar el último panfleto a Londres. Los aliados lanzaron miles de estos documentos sobre Alemania desde sus aviones. Bajo el titulo El manifiesto de los estudiantes de Múnich, en ellos se podía leer: “Nuestro pueblo se alza contra la esclavización de Europa a manos del nacionalsocialismo en una nueva irrupción de libertad y honor”. Pero aquellos panfletos no provocaron ninguna oposición activa contra el régimen nazi entre la población alemana. – Fuente>>
Johann Reichhart no fue un verdugo cualquiera, sino el más activo de la historia. Más de 3.000 personas murieron en su mano, incluidos los hermanos Scholl. |
Roland Freisler. |
El 22 de febrero de 1943, antes de las cinco de la tarde, Sophie Scholl, su hermano Hans y Christopher Probst —otro de los miembros de La Rosa Blanca— fueron decapitados en los sótanos de la prisión de Stadelheim de Munich, después de un juicio sumario llevado a cabo por el inflexible magistrado y súbdito del Reich, Roland Freisler.
Los otros miembros clave del grupo fueron decapitados más tarde aquel verano. Amigos y colegas de la Rosa Blanca, aquellos que habían ayudado a preparar y distribuir los folletos, así como recaudado dinero para la viuda e hijos pequeños de Probst, fueron sentenciados a penas de prisión entre los seis meses y los diez años.
En el cine
Semipostal alemana oriental en homenaje a los hermanos Scholl. |
En años posteriores, los Scholl han sido inmortalizados en el cine y en el teatro, siendo la actriz alemana Lena Stolze quien interpretó a Sophie Scholl en “La Rosa Blanca“.
En febrero de 2005 salió a la luz una nueva película sobre la figura de Sophie Scholl: Sophie Scholl – Los últimos días, donde la actriz Julia Jentsch interpreta a Sophie. Basada en entrevistas con supervivientes y transcripciones que permanecieron ocultas en los archivos de la RDA hasta 1990, fue nominada al Oscar a la mejor película extranjera en 2006.
El monumento a la Rosa Blanca frente al edificio principal de la Universidad Ludwig Maximilians muestra los folletos del grupo. |
Actualmente “La Rosa Blanca” es sinónimo de lucha por la libertad y muchas calles, parques, avenidas y escuelas de Alemania llevan el nombre de los hermanos Scholl.
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