Sus padres fueron el vendedor William Middleton y su esposa, la aspirante a actriz Marie De Carlo. Su abuelo materno, Michael De Carlo, nació en Sicilia, Italia, y su abuela materna, Margaret Purvis, era de origen escocés. Ambos abuelos trabajaban para Lord Kitchener, él como mayordomo y ella como secretaria.
Familiarmente era llamada Peggy. Su padre abandonó el hogar familiar cuando Yvonne tenía tres años. De niña recibió clases de danza y abandonó la escuela secundaria para trabajar en clubs nocturnos y teatros locales. Su pasión por el baile continuó cuando se mudó con su madre a Los Ángeles. Fue elegida “Miss Venice Beach” en 1940.
De Carlo en su primer largometraje, Harvard, Here I Come! (1941), protagonizada por el boxeador Maxie Rosenbloom (centro)
Tras intervenir en una veintena de filmes, en cuyos créditos ni siquiera aparecería, y después de papeles secundarios en producciones cinematográficas como Ruta a Marruecos (1942) o la adaptación de la novela de Ernest Hemingway ¿Por quién doblan las campanas? (1943) -ya con su nombre artístico, en el que adoptaría el apellido de soltera de su madre-, la gran oportunidad le llegó de la mano del director Charles Lamont, quien confió en ella para el papel protagonista de Salomé, la embrujadora (1945), una sátira ambientada en el Oeste sobre el mito de las espías que se valen de sus encantos para lograr información.
El éxito del filme no se hizo esperar, y en adelante Yvonne encadenó sucesivos papeles protagonistas que la llevaron a gozar de una gran popularidad y a convertirse en una habitual del celuloide. Su porte exótico, su hermosa cabellera negra y sus ojos claros destacarían sobre todo en filmes de ambientación oriental, de aventuras y westerns. Lamont volvería a contar con ella en La dama de la frontera (1945) y La esclava del desierto (1947), y Robert Siodmak la emparejaría con un espléndido Burt Lancaster en el filme de género negro El abrazo de la muerte (1949), para muchos su mejor película de la década de 1940.
Roma el 26 de agosto de 1949. La estrella de cine estadounidense, Yvonne de Carlo, desembarca del avión, se detiene en los escalones para los fotógrafos y recibe un ramo.
De Carlo no cesó de trabajar en toda la década de 1950, protagonizando títulos destacados: El capitán pirata (1950) y El halcón del desierto (1950), ambos a las órdenes de Frederick De Cordova; Hotel Sahara (1951); Chacales del mar (1952), de Jerry Hopper; El capitán Panamá (1952), de nuevo junto a Rock Hudson, con quien ya había coincidido en El halcón del desierto; El paraíso del capitán (1953); y dos títulos de Raoul Walsh, Los gavilanes del estrecho (1953) y La esclava libre (1957), filme en el que compartiría cartel con Clark Gable y Sidney Poitier.
Pero sin duda su papel más importante en estos años fue el de Séfora, la esposa de Moisés, en la superproducción Los diez mandamientos (1956). La película, dirigida por el colosalista director y productor Cecil B. DeMille, contó con un reparto de lujo encabezado por el entonces emergente Charlton Heston, Yul Brynner y Edward G. Robinson, y se convertiría en un clásico del cine bíblico.
Paralelamente a su carrera cinematográfica, en 1955 De Carlo contrajo matrimonio con el actor Robert Morgan, un doble de primera categoría con quien coincidiría en Amores de un impostor (1956) y que le daría dos hijos, Bruce y Michael. Durante el rodaje de La conquista del oeste, en una escena peligrosa en un tren en marcha, Morgan sufriría un trágico accidente en el que perdería una pierna. Yvonne decidió entonces abandonar su trabajo para cuidar de su marido.
Yvonne DeCarlo y su hijo, Bruce Morgan, en la convención de la National Film Society, 27 de mayo de 1979. |
Las cosas no iban bien para el matrimonio, que pasaba por algunos apuros económicos debido a los gastos médicos derivados del accidente de Robert. Para paliar la situación, Yvonne de Carlo decidió retomar su profesión y aceptar un papel en una serie de televisión que preparaba la cadena Columbia Broadcasting System (CBS). La telecomedia, de los creadores Joe Connelly y Bob Mosher, de tintes góticos y rodada en blanco y negro, no era otra que The Munsters (La familia Monster).
Aunque solamente estuvo dos temporadas en antena, entre los meses de septiembre de 1964 y mayo de 1966, La familia Monster, que narraba las vivencias de una peculiar y divertida familia de apariencia “monstruosa” en una siniestra mansión gótica, se convirtió en una serie de culto para varias generaciones y aportó a Yvonne mayor popularidad que todos sus papeles cinematográficos.
Gracias a la vampiresa Lily Munster, la angelical esposa de Herman-Frankenstein (Fred Gwynne), con la mitad del pelo negro y la otra mitad blanco, exceso de maquillaje y un atuendo casi de inspiración oriental, Yvonne pasó a formar parte del imaginario colectivo, que hizo inolvidable su forma de abrir la puerta. Aún hoy, cinco décadas después, el personaje que encarnó suele ser habitual en las fiestas de disfraces. “Nunca imaginé que este papel me daría tanta popularidad”, manifestó la actriz en más de una ocasión.
A pesar de ser un gran éxito en televisión, La familia Monster dejó de emitir nuevos capítulos a finales de 1966 debido a una falta de acuerdo entre los productores, Universal Television, y la CBS, ya que la cadena planeaba la versión en color de todos sus shows y no se llegó a decidir quién costearía los nuevos gastos. No obstante, la serie se ha seguido reponiendo ininterrumpidamente en emisoras de todo el mundo y derivó en dos películas, Munster, Go Home!, que en español se traduciría como La herencia de los Munster (1966), y The Munsters’ Revenge (1981), esta última para televisión.
Tras el éxito de La familia Monster siguieron quedando papeles para Yvonne, pero en títulos más intrascendentes, al tiempo que se reducía progresivamente el número de los que protagonizaba.
En la década de 1970, la actriz, cuyo matrimonio, tras muchos avatares, había acabado en divorcio dos años antes, consiguió además un importante papel en el musical de Broadway Follies, de Stephen Sondheim y James Goldman, por el que ganó un premio Tony, uno de los pocos galardones de su carrera artística.
Continuó entre el cine y la televisión e interesándose por varios géneros, aunque predominaron en esos años los papeles vinculados a películas de terror, quizás debido a su excelente interpretación de Lily Munster (Play Dead, 1986; Escóndete y tiembla, 1988; El morador de las tinieblas, 1988; Mirror, Mirror, 1990).
En los últimos años, De Carlo, que se retiró en 1995, vivió cerca de Solvang, al norte de Santa Bárbara.
Su hijo Michael murió en 1997 y la actriz sufrió un ataque de apoplejía al año siguiente.
La estrella que conmocionó la pantalla grande en la década de 1950 con su papel de esposa de Moisés en Los diez mandamientos y que se convertiría en icono como Lily Munster, falleció por causas naturales en la residencia de la Motion Picture and Television, una fundación para jubilados de la industria cinematográfica y televisiva en el barrio Woodland Hills, en las afueras de Los Ángeles, el 8 de enero de 2007.
Es autora de un libro de memorias: Yvonne: An Autobiography (1987). – Fuente>>
No hay comentarios:
Publicar un comentario