Miguel Gila nació el 12 de marzo de 1919 en Madrid, en la calle Zamora, número 15, del barrio Bellas Vistas, situado en el distrito de Tetuán. Sus padres fueron Miguel Gila y Jesusa Cuesta.
Los padres de Gila, Jesusa y Miguel se casaron contraviniendo los deseos de sus mutuos progenitores, pues tanto sus abuelos maternos como paternos no estaban de acuerdo con que lo hicieran, su argumentación era que no tenían ni edad ni medios para casarse, de hecho los padres del padre de Gila, decidieron no asistir a la boda.
Una vez casados Jesusa y Miguel se fueron a vivir a casa de los que serían los abuelos maternos de Gila. Miguel, su padre, siguió cumpliendo el servicio militar en el cuartel de la Montaña de Madrid, mientras su madre trabajaba como estuchadora de azúcar.
Al mes de estar casados, su padre recibió una bofetada de un sargento, y sin medir las consecuencias que esto le podía traer, respondió con un puñetazo en la boca. El sargento, que estaba cerca de la escalera, cayó rodando por ella, hasta el final, y en la caída sufrió la fractura de un brazo y de varias costillas, aparte de otras lesiones. Esto hizo que decidiera huir del cuartel, y optó por marcharse a Barcelona, donde tenía familia.
Como decía Gila, sus malas relaciones con el mundo militar, ya venían antes de que naciese.
Una vez instalado su padre en la Ciudad Condal, su mujer se reunió con él.
Un domingo que estaba en el rompeolas, una ola le arrolló y le golpeó contra las rocas. Como consecuencia de ese accidente al cabo de unos días le brotaron en un costado unas manchas que fueron en aumento. Aquello se agravó, y el que iba a ser el padre de Gila sufrió un derrame interior o una gangrena, parece que nunca quedó claro, pues aunque le acabaron llevando al hospital ante los fuertes dolores que sufría y no haber camas, murió sentado en una silla en la puerta del Hospital Clínico.
Su madre, viuda, regresó a Madrid a casa de sus padres donde nacería Miguel Gila dos meses más tarde.
Miguel Gila con su madre Jesusa Cuesta. Visten de luto por el fallecimiento del padre de Gila. |
La madre, para ganarse la vida, trabajaba como asistenta en varias casas, donde le daban un sueldo de miseria y una comida. Como tenía que amamantarle, le llevaba con ella. En algunas casas le permitían que le dejara sobre una cama mientras ella fregaba los suelos y hacía la limpieza, en otras no lo consentían, entonces le ataba a sus espaldas con un mantoncillo y así se arrodillaba y fregaba los pisos, con su hijo a sus espaldas.
Cuando Jesusa cumple los veinte años y Gila comienza a dar sus primeros pasos, le deja en la casa de sus abuelos paternos durante las horas que dedica a su trabajo de asistenta. Sus abuelos trataron de convencer a la madre para que se casara de nuevo y rehiciese su vida. Pretendían que ese matrimonio fuese con un hermano de su padre, pero la madre rehusó esa unión.
Pasado un año la madre conoció a Ramón Sanmartín, con el que se casó. Según cuenta Gila en sus memorias, era una gran persona. Por desgracia fallecería también joven, antes de comenzar la guerra, dejando a su mujer Jesusa, viuda y con cinco hijos.
Los abuelos paternos, tal vez porque veían en su nieto la reencarnación del hijo que habían perdido y, posiblemente, por sentir cierta culpa de no haber asistido a la boda, convencieron a la madre de Gila para que su nieto siguiera con ellos algún tiempo más, al menos hasta que su madre estuviera segura de que su nuevo marido le iba a aceptar como un hijo propio. El tiempo se prolongó y lo que en principio fue provisional, se transformó en algo fijo.
Miguel se cría con sus abuelos junto a sus tíos Antonio, Manolo y Ramón en la calle Zurbano, 68, actual 84, calle que pertenece al distrito de Chamberí.
Así fue como Miguel acabó viviendo de forma permanente en casa de sus abuelos paternos, a la que su madre iba a verle con asiduidad.
“Mi madre sigue viniendo a verme a casa de mis abuelos, siempre me trae alguna cosa, un juguete, unos zapatos, algo y ayuda a mi abuela a lavar la ropa, a coser y planchar. En cada visita que hace intenta llevarme a vivir con ella, pero hay una relación entre mis abuelos y yo difícil de romper. Mi abuela argumenta que ella, mi madre, ya tiene hijos y ellos en cambio me necesitan a mí para no quedarse solos cuando mis tíos se vayan casando.”
Los abuelos de Gila eran andaluces y habían emigrado a Madrid. El abuelo, Antonio, según cuenta Gila era “carpintero o ebanista”. Su abuela se llamaba Manuela Reyes, quien fue la que en la práctica educó a Gila.
El abuelo paterno de Gila se llamaba Abdón y su abuela Isidora. El abuelo de Gila, que era trapero y también criaba gallinas y cerdos, era muy generoso y cariñoso con él, al igual que su abuela. El matrimonio tuvo tres hijas y dos hijos.
Según cuenta Gila en su autobiografía su abuelos vivían en una casa pasado el “Paseo de Ronda” (pag.82 de la autobiografía de Gila), actual calle Raimundo Fernández Villaverde. En esa casa vivieron la madre y los hermanos de Gila hasta que se casaron: Paula, Adela, Manuel, Ramón y Antonia.
Su primer trabajo fue de empaquetador de café y chocolate, y después, de aprendiz de pintor de coches; de allí, pasó a trabajar a los Talleres Boetticher y Navarro, en donde alcanzó el cuarto grado de aprendiz. Compatibilizó sus trabajos con estudios de dibujo lineal en la escuela nocturna de artes y oficios.
Al estallar la guerra civil, como militante de las Juventudes Socialistas Unificadas, se alistó como voluntario republicano en julio de 1936 en el Quinto Regimiento de Líster.
En El Viso de los Pedroches, Córdoba, fue puesto frente a un pelotón de ejecución y logró salvar la vida. El fusilamiento se produjo al anochecer de un día lluvioso y los integrantes del piquete estaban borrachos, por lo que no le acertaron los disparos. Gila se hizo el muerto y logró sobrevivir. En su libro de memorias Y entonces nací yo: Memorias para desmemoriados (1995) relata así aquel episodio:
Nos fusilaron al anochecer; nos fusilaron mal. El piquete de ejecución lo componían un grupo de moros con el estómago lleno de vino, la boca llena de gritos de júbilo y carcajadas, las manos apretando el cuello de las gallinas robadas con el ya mencionado Ábrete Sésamo de los vencedores de batallas. El frío y la lluvia calaba los huesos. Y allí mismo, delante de un pequeño terraplén y sin la formalidad de un fusilamiento, sin esa voz de mando que grita: «¡Apunten!, ¡fuego!», apretaron el gatillo de sus fusiles y caímos unos sobre otros. Catorce saltos grotescos en aquel frío atardecer del mes de diciembre. Las gallinas tuvieron poco tiempo para respirar, el que emplearon los del piquete de ejecución en apretar sus gatillos. Y sobre la tierra empapada por la lluvia, nuestros cuerpos agotados de luchar día a día. – Miguel Gila
Posteriormente fue hecho prisionero y trasladado a un campo de concentración en la localidad cordobesa de Valsequillo. Poco después, en diciembre de 1938, fue hecho prisionero en Extremadura.
Creo —es decir, estoy seguro— que mi identidad política terminó en diciembre del año 1938, en el frente de Extremadura, cuando, unos instantes antes de caer prisionero en manos de los moros de la 13.ª División del general Yagüe, tuve que romper mi carné de las Juventudes Socialistas; pero la ideología que mamé en mi niñez, en mi casa de gente humilde y en las fábricas o talleres donde trabajé, sigue latente en mí. Lo que van a leer es el testimonio de un hombre que fue joven en una generación en la que el hambre, las humillaciones y los miedos eran los alimentos que nos nutrían. – Miguel Gila
Fue internado hasta mayo de 1939 en el campo de prisioneros de Valsequillo. Pasó después por la cárcel de Yeserías, Santa Rita en Carabanchel, desde donde llevaban a los reclusos a construir la que fue la cárcel de Carabanchel y, finalmente, estuvo preso en la cárcel de Torrijos, donde coincidió con el poeta Miguel Hernández; a continuación, cumplió un servicio militar de cuatro años. Después de la guerra, al salir de la cárcel, fue fresador en Construcciones Aeronáuticas S. A. (CASA), en Getafe.
A pesar de que esta historia figura en sus memorias, existen también testimonios de que estos hechos fueron inventados para «adornar» su biografía. Según estos testimonios no existió tal fusilamiento, y tras la guerra fue destinado al regimiento de infantería «Toledo» en Zamora para cumplir con el servicio militar. Allí prestó servicio como chófer del coronel, y comenzó a colaborar en Radio Zamora y en el periódico Imperio, dentro de la Prensa del Movimiento.
Empezó su trabajo como humorista gráfico en la revista universitaria salmantina llamada —en honor a la obra de Hesíodo— Trabajos y días, que surgió al socaire de las tertulias sabatinas de la Exedra. Más tarde publicó en La Codorniz y en Hermano Lobo. Según su autobiografía, el éxito en los escenarios le llegó en 1951, cuando actuó en Madrid como espontáneo en el teatro de Fontalba, donde contó un improvisado monólogo sobre su experiencia como voluntario en una guerra. En la década de 1950, actuó en la radio.
En 1962, se «exilió» según sus palabras «por un empacho de dictadura» y fijó su residencia en la ciudad argentina de Buenos Aires. Allí puso en marcha una compañía de teatro y en México la revista satírica La gallina y también se destacó por sus actuaciones unipersonales en el programa Sábados Circulares. Realizó varias giras por toda Latinoamérica; en Venezuela, participó en el programa de humor Radio Rochela en Radio Caracas Televisión, invitado por Tito Martínez del Box, y desde 1977, actuó también por España, a donde regresó definitivamente en 1985.
Además de trabajar en los guiones de El Ceniciento y El Hombre que viajaba despacito, Gila tomó parte en el de la película de animación de 1979 Historias de Amor y Masacre, dirigida por Jordi Amorós, con guión de Gila, Chumy Chúmez, Ivà y Jaume Perich, y con dibujos de todos ellos.
El modo más frecuente de expresar su humor era mediante diálogos figurados —en realidad, monólogos— al teléfono, cuyo costumbrismo ingenuo tocaba a veces con el surrealismo. Cabe destacar que no utilizaba palabras malsonantes o polémicas. En sus fingidos diálogos telefónicos, tenía una muletilla que se ha hecho famosa: «¡Que se ponga!».
Falleció en 2001 en Barcelona, a causa de una insuficiencia respiratoria debida a una enfermedad pulmonar crónica que sufría.
Obras
- La Jaleo, El Bizco y los demás. (Barcelona: Ediciones DIMA, 1966).
- El libro de quejas de Gila. (Madrid: Ediciones SEDMAY, 1975).
- El libro rojo de Gila. (Madrid, 1974).2
- De Gila con humor. (Madrid: Editorial Fundamentos, 1985).
- Yo, muy bien: ¿y usted?. (Madrid: Ediciones Temas de Hoy, 1994).
- Y entonces nací yo. (Madrid: Ediciones Temas de Hoy, 1995).
- Un libro libre. (Promoción Popular Cristiana, 1996).
- Memorias de un exilio. (Salamanca: Ediciones Universidad Salamanca, 1998).
- Encuentros en el más allá. (Madrid. Ediciones Temas de Hoy, 1999).
- Siempre Gila: Antología de sus mejores monólogos. (Madrid: Aguilar, 2001).
- Cuentos para dormir mejor. (Barcelona: Editorial Planeta, 2001).
- Tipologilas. (Barcelona: Círculo de Lectores, 2002).
Filmografía
De las películas de cine en las que actuó Gila, estas son las primeras y unas cuantas más.
- 1954: Tres huchas para Oriente, con Ángel Álvarez y Lily Benedicto en los papeles principales. También actúan Lina Canalejas, Antonio Casas, Beni Deus y Milagros Leal. Guion de hilipollas, José Gallardo y Luis Lucas Ojeda. Dir.: José María Elorrieta.
- 1954: Aventuras del barbero de Sevilla, con Luis Mariano en el papel principal. Guion: Jesús María de Arozamena y otros. Producción: Pierre Gérin, Benito Perojo y Miguel Tudela. Dir.: Ladislao Vajda. Esta película se presentó ese mismo año en la 7.ª edición del Festival de Cannes.
- 1954: El diablo toca la flauta, con José Luis Ozores y Luis Prendes en los papeles principales. También actúan Antonio Garisa, Manolo Morán, Antonio Ozores y Xan Das Bolas. Guion de Noel Clarasó y José María Forqué, y dirección de este último.
- 1954: El presidio, con Barta Barri y Mario Bustos en los papeles principales. También actúan Núria Espert y Manuel Gas. Guion de José Antonio de la Loma. Dir.: Antonio Santillán.
- 1954: Los gamberros, con Barta Barri y Modesto Cid. Actúan también Milagros Leal y José Sazatornil. Guion de Manuel Bengoa, Ignacio F. Iquino y Juan Lladó, dirección de este último.
- 1954: Sor Angélica, con Josep Maria Angelat y Mercedes Barranco. Argumento de Francisco Gargallo. Guion, diálogos y dirección de Joaquín Luis Romero Marchent.
- 1955: Good Bye, Sevilla con Marujita Díaz, Tullio Carminati y Manolo Morán en los papeles principales. Del director Ignacio F. Iquino
- 1955: El golfo que vio una estrella con Isabel de castro, Fernando Vallejo, José Sazatornil, Pepito Moratalla y Miguel Gila en los papeles principales. Del director Ignacio F. Iquino
- 1956: El ceniciento, con Gila, María Martín y Armando Moreno en los papeles principales. Actúan también Estanis González y Marujita Díaz. Argumento y guion de Gila y Juan Lladó, y dirección de este último. Dibujos de Gila en los títulos.
- 1956: Mi tío Jacinto, con Pablito Calvo en el papel principal. También actúan Pepe Isbert y Rafael Bardem. Guion de Andrés Laszlo y Ladislao Vajda, y dirección de este último.
- 1957: El hombre que viajaba despacito, con Gila, Licia Calderón y Julio Riscal en los papeles principales. También actúan Josefina Serratosa, Mariano Ozores padre, Xan das Bolas, Tota Alba, Jesús Guzmán, Manolo Zarzo y Jesús Puente. Guion y diálogos de Gila, Joaquín Luis Romero Marchent y Fernando Sánchez Cobos. Dir.: Joaquín Luis Romero Marchent. Dibujos de Gila en los títulos.
- 1958: ¡Viva lo imposible!, con Paquita Rico y Manolo Morán en los papeles principales. También actúa Fernando Sancho. Guion de Joaquín Calvo Sotelo, Miguel Mihura y Rafael Gil, y dirección de este último. Esta película se presentó en 1959 en la 8.ª edición del Festival de Berlín.
- 1963: Una chica casi formal (Ein fast anständiges Mädchen), película de coproducción entre Alemania Federal y España. Con Liselotte Pulver, Martin Held, Alberto de Mendoza y Gila en los papeles principales. También actúan Juanjo Menéndez, Venancio Muro y Xan das Bolas. Dir.: Ladislao Vajda.
- 1971: Muchacho que vas cantando producción de Argentina dirigido por Enrique Carreras.
El resto puede consultarse en Internet Movie Database.
Televisión
A lo largo de los años fueron muy numerosas sus intervenciones en Televisión Española, algunas en anuncios y otras en series y en programas de variedades.
En 1993, comenzando el 30 de noviembre, se emitió en TVE la serie ¿De parte de quién?, con Gila y Chus Lampreave, guion de Gila y dirección de Ángel Alonso. Don Miguel es un pluriempleado que, entre otras cosas, trabaja de bombero, de árbitro de fútbol y, por supuesto, en la guerra, y doña Rosa, su ama del hogar, le atiende los recados por teléfono: «¿De parte de quién? Pues ahora no se puede poner, porque está en la guerra, pero ha dejado dicho que vendría a cenar».
En Argentina participó en varios programas de televisión, siendo recordada su participación en Al estilo de Mancera en 1978, en donde tenía a cargo una sección fija llamada «Que se ponga», en donde Gila realizaba llamados telefónicos imaginarios de tono cómico.
Premios recibidos
Miguel Gila recibió en 1986 la Medalla al Mérito Artístico del Ayuntamiento de Madrid. El 3 de noviembre de 1993 le concedieron el Premio Ondas especial que recibió el día 23 de ese mismo mes.
Premio Ondas Miguel Gila 1993 |
En febrero de 1994 le fue entregado el Premio FAD Sebastià Gasch de honor de la edición de 1993.
Por su fidelidad a unos monólogos que en su día fueron el revulsivo que el humor del país necesitaba y en los que siempre ha buscado no sólo la risa sino también la reflexión, para hacer un poco más felices y un poco más humanas a tres generaciones de espectadores.
El 28 de abril de 1995 el Consejo de Ministros le concedió la Medalla de Oro al Mérito en el Trabajo. El 6 de noviembre de 1997 recibió el título de Profesor Honorífico del Humor de la Universidad de Alcalá de Henares. El 15 de enero de 1999 ganó el Premio Internacional de Humor Gat Perich por su larga trayectoria como humorista y dibujante que le fue entregado el 20 de febrero.
El 27 de octubre de 1999 recibió la Medalla de Oro al Mérito Artístico del Ayuntamiento de Barcelona por su dedicación al mundo de las artes escénicas.
Las palabras de Forges sobre Miguel Gila que forman parte del prólogo del libro Miguel Gila: Vida y obra de un genio escrito por Juan Carlos Ortega y Marc Lobato, nos dan una idea de la figura de Gila como gran maestro del humor:
Es un hecho que Gila fue un impulsor primigenio de la caterva de humoristas que «nacimos» a la sombra de su personal punto de vista humorístico; todos nos sentimos «hijos» de su ingenio, y su recuerdo perdurará a través de los tiempos entre las majestades humorísticas españolas, los Reyes Magos del Humor: Cervantes, Quevedo y Gila. ¿Admiración excesiva? Ninguna admiración puede ser excesiva si se trata de Miguel Gila. Y si no, al tiempo.
Vida privada
Se enamoró de la hija de los dueños de la pensión donde habitada y se casó con ella. Una maestra nacional. Era el año 1944. Se aseguraba así el sustento. Parece que no estaba enamorado de aquella zamorana.
El humorista se asentó en Madrid a comienzos del decenio de los 50. Fue cuando Gila, además de colaborar en La Codorniz presentó por primera vez un monólogo en el teatro Fontalba, de la Gran Vía madrileña, de una manera tan original que la prensa destacó su sorprendente presencia en el escenario, interrumpiendo la presentación que del espectáculo hacía el actor Fernando Sancho.
Era el 24 de agosto de 1951 cuando Miguel Gila entró al foso del mentado teatro y a través de la concha del apuntador sorprendió al público portando una bolsa que contenía un uniforme militar al tiempo que exhibía un fusil de juguete. Y entonces fue cuando se puso a contar esas ocurrencias sobre la guerra que tanta popularidad le darían.
El principio de una carrera que interrumpida a mitad de los años 60 para marcharse de España, continuó en las décadas siguientes en Argentina y en otros países hispanos. En 1987 volvió a nuestro país y ya se quedó siempre hasta su definitivo adiós en 2001. Desde luego, como contaremos, no se marchó exiliado por problemas políticos. Cierto que no le gustaba la deriva franquista. Pero la verdadera razón de su marcha fue por un asunto más vulgar. Olvidándose de la maestra, su primera mujer, Miguel Gila se amancebó con la cantaora y bailaora flamenca Carmen Visuerte (La Gitana Rubia), de cuya convivencia nacieron dos hijos, Miguel y Carmen. Sólo reconoció al varón. La chica nunca comprendió el por qué su padre nunca quiso saber nada de ella. El caso es que la zamorana denunció a su marido, acusándolo de abandono de hogar. Y como tampoco Carmen Visuerte comprendía la vida que hacía Miguel, engañándola con otras, asimismo puso una denuncia. La policía investigó al humorista. El asunto pasó a un juez. Gila, que vivía en un piso alquilado en la madrileña calle de Carranza, fue desahuciado, a la vez que las taquillas de los teatros donde actuaba eran embargadas.
Esas fueron en realidad las causas por las que Miguel Gila abandonó España. Y no por cuestiones políticas. Que también, si hacemos caso a algunos de los hagiógrafos del cómico. Más por su ideología que por presiones. Lo demás, puede resumirse así: antes de su marcha, Miguel se había enamorado de una bailarina de su compañía, la atractiva actriz María Dolores Cabo. Era el año 1961. De ahí los celos justificados de la ya mentada Carmen Visuerte, atacada de un mal de cuernos.
María Dolores ya no se separó nunca más de Miguel. Se casaron tres veces: una el Paraguay y otra en Las Vegas, sin ser legales tales ceremonias, y una tercera que sí lo fue en 1984 ante el cónsul de España en Buenos Aires.
En 1979 habían sido padres de una niña, Malena, a la que Miguel quería con locura. Instalado en Barcelona con su mujer e hija, Miguel Gila emprendió a partir de 1987 una última etapa donde hijos y nietos de quienes habían reído a mandíbula batiente sus monólogos repetían la misma sensación, con unas historietas que todavía circulan en programas de televisión y redes sociales, amén de los muchos libros que el genial humorista nos legó, como impagable testamento. – Fuente>>
Los humoristas españoles rindieron homenaje a Gila en un emotivo anuncio de Campofrío en la Navidad de 2011
El director Alex de la Iglesia hizo un emotivo anuncio de Campofrío en diciembre de 2011, en el que humoristas y cómicos se reúnen alrededor de la tumba de Miguel Gila para rendirle homenaje, coincidiendo con el décimo aniversario de su fallecimiento (Gila 12 de marzo de 1919 – 13 de julio de 2001)
Este anuncio, que se puede considerar un “corto”, y que fue un gran éxito con gran repercusión en las redes sociales , consiguió reunir a un numeroso grupo de cómicos: Santiago Segura, Florentino Fernández, Chiquito de la Calzada, Josema Yuste, Millán Salcedo, Andrés Pajares, Fernando Esteso, Juan Luis Cano, Anabel Alonso, Los Morancos, las hermanas Hurtado, Bigote Arrocet, Mago Mora, Forges, Pepe Carabias, Fofito, Toni Antonio…
Todos se acercan a la tumba de Miguel Gila, tratando de encontrar respuesta a una pregunta:
Maestro, ¿se puede ver cada día el lado bueno de todo, con la que está cayendo?
En el “Makinf off” del anuncio nos encontramos comentarios de los cómicos sobre Miguel Gila, que nos acercan más al Gran Maestro del Humor.
Uno de esos comentarios es el de Forges, en el que confiesa que antes de comenzar a dibujar una viñeta, se encomienda a “los santos patronos agnósticos del humor como Gila, Cervantes y Quevedo”
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