Homenajes
El 10 de diciembre de 2006 se inauguró una estatua en su memoria en Sevilla, obra del escultor Guillermo Plaza Jiménez, ubicada en la Plaza Carmen Benítez. Allí, la imagen sevillana de Machín custodia y mira hacia la Hermandad de Los Negritos, a la que el cantante cubano estuvo muy vinculado, además una calle de Sevilla lleva su nombre.
El 22 de abril de 1981 se le rindió un gran homenaje en un concierto en el que participaron cuatrocientos artistas de diversos estilos que se celebró en el Palacio de los Deportes de Barcelona.
En el Museo de la Música de su ciudad natal se atesoran muchas de sus pertenencias: sus maracas, claves y algunos de sus discos, además de fotografías suyas y de los familiares.
Antonio Machín (1903-1977) hubiera cumplido cien años en 2003, en el 25º aniversario de su muerte y en vísperas de su centenario se le homenajeó con un proyecto en que se incluyó un documental dirigido por Núria Villazán, un libro biográfico y un disco, el título de esta triple edición fue “Machín. Toda una vida”. Joan Manuel Serrat participó en el documental, en su intervención ante la cámara que se grabó en la popular Antena 3, en la calle Tallers esquina con Rambles, Serrat comentaba: “La figura de Machín está ligada a la cultura sentimental de la radio, que suponía una pequeña ventana por donde penetraba la luz en unos tiempos muy sombríos. Con esa luz entraba la voz de Machín, la de Juanito Valderrama, la de Concha Piquer, Juanito Segarra, Jorge Sepúlveda, Bonet de San Pedro, Lorenzo González… Corrían tiempos de hambre, privaciones y miedo. Cuando yo tuve uso de razón, Machín ya estaba consolidado en la memoria sentimental de la gente. Nos conocimos en 1965, cuando actuábamos en la radio (y cobrando, que entonces se cobraba por actuar: la radio era un flotador mientras se esperaban tiempos mejores). Yo era entonces un artista emergente y él pasaba una época algo difícil. Aunque nunca dejó de trabajar, sufría un cierto declive de popularidad, ya que un nuevo tipo de música parecía arrasarlo todo. Lo llevaba con dignidad y logró remontar aquel período gracias a la moda camp, recuperando su aureola mítica”. Serrat admite haber “aprendido mucho de Machín y de la música que él hacía. Porque Machín era una esponja tremenda, en la cual cabía ‘El manisero’, ‘Angelitos negros’ y el repertorio de Oswaldo Farrés. También podía cantar guarachas con idéntica y pasmosa tranquilidad. Se lo sabía todo. Y alrededor de aquellas canciones, que eran historias, nacieron las vidas sentimentales de las gentes. Machín resultó fundamental”.
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