Amelia pasó buena parte de su infancia con sus abuelos maternos, quienes le proporcionaron un estilo de vida lleno de comodidades. Su abuelo, Alfred Otis, era un prominente juez retirado, que pensaba que el padre de Amelia, Edwin Earhart, abogado de empresas del ferrocarril, no estaba en condiciones de proveer a su familia un estilo de vida lo suficientemente holgado.
Durante su infancia, Amelia dio muestras de una personalidad inquieta y audaz, pues se involucraba en actividades atribuidas a los chicos: escalaba árboles, se deslizaba en trineo y disparaba a ratas con un rifle. También tenía como pasatiempo reunir recortes de periódicos de mujeres famosas que sobresalían en actividades tradicionalmente protagonizadas por hombres.
En 1905, se mudó junto a su familia a Des Moines, Iowa, pues su padre había conseguido allí un empleo de ejecutivo, tras venir a menos su práctica de abogado. Cuando tenía diez años, tuvo la oportunidad de ver su primer aeroplano en una feria estatal. Precisamente, la joven expresó en esa oportunidad que el aparato «era una cosa hecha de cables oxidados y madera, nada interesante».
Sin embargo, una serie de desventuras llegaron a la familia Earhart poco después.
Su padre había caído en el alcoholismo, por lo que fue despedido de su trabajo; además, Amelia Harres Otis, abuela de Amelia y muy querida por ella, había fallecido en 1911.
La familia se mudó a St. Paul, Minnesota, y posteriormente a Springfield, Misuri. En esta ciudad, su padre tenía la certeza de tomar un empleo, algo que terminó en un fiasco, pues el sujeto a quien supuestamente reemplazaría, no había dejado el puesto. Esto provocó el enojo de su esposa Amy, quien partió junto a Amelia y su hermana Muriel, con rumbo a Chicago.
Durante la Primera Guerra Mundial se enroló como voluntaria en labores de enfermería junto a su hermana en la ciudad de Toronto, Canadá, donde atendió a los pilotos heridos en combate. También aprovechó la ocasión para visitar un campo del Cuerpo Aéreo Real. En sus propias palabras, fue allí donde terminó «picada por el gusanillo de la aviación».
En 1920 su familia pudo reunirse nuevamente en California. Para ese tiempo Amelia asistió a un espectáculo aéreo en Long Beach y quedó prendada definitivamente de los aviones. Consiguió que la llevaran a bordo de un biplano en el que voló durante diez minutos sobre Los Ángeles. Sus palabras acerca de esta experiencia fueron: «Tan pronto como despegamos sabía que tendría que volar de ahora en adelante».
Amelia la aviadora
Sus primeras clases de aviación las obtuvo de la instructora Neta Snook, otra piloto pionera. Durante esa época logró adquirir un prototipo del aeroplano Kinner al que llamó «el Canario», en el que sufrió algún que otro accidente, cosa común en esa época por la poca fiabilidad de los motores y la lentitud de las naves. Su instructora no le daba mucha credibilidad como piloto, una opinión que no abandonaría durante su carrera.
Ya en octubre de 1922 consiguió su primer récord de altitud al volar a 14 000 pies (4267 metros) de altura.
Para 1923 obtuvo la licencia de piloto de la Federación Aeronáutica Internacional, siendo la decimosexta mujer en recibirla.
Amelia dejó por un tiempo la aviación y compró un automóvil, al que puso el sobrenombre de The Yellow Peri (‘el peligro amarillo’), en el que llevó a su madre a través del país rumbo a Boston. Al ser los automotores aún una novedad, la gente se interesaba por ella y le preguntaba de dónde venía.
En 1927 se unió a la Asociación Aeronáutica Nacional (capítulo Boston). Se dedicó a invertir dinero para construir una pista de aterrizaje, vendió aviones Kinner y promovió la aviación, especialmente entre mujeres. Ya comenzaba a hacerse un nombre en la sociedad. El Boston Globe la reconocía como una de las mejores pilotos de Estados Unidos.
Años de marcas y reconocimientos
Amelia Earhart en 1930. |
El Lockheed Vega 5b pilotado por Amelia Earhart, en el Museo del Aire y del Espacio en Washington D. C. |
En abril de 1928, Amelia recibió una llamada que cambiaría su vida: el capitán H.H. Railey le preguntó si quería ser la primera mujer en cruzar el océano Atlántico. La idea de la aventura había sido de Amy Guest, una aristócrata estadounidense que había adquirido un Fokker F.VII. En un primer momento, ella era quien pilotaría la nave, pero, por presiones de su familia, había desistido. Entonces, la familia Guest contrató a George Putnam, un publicista de Nueva York, para que encontrase la mujer indicada.
Después de conocer a los coordinadores de la travesía, se decidió que Amelia acompañara al piloto Wilmer Stultz y al mecánico Louis Gordon.
La nave fue bautizada como Friendship (amistad), y despegó el 3 de junio de 1928 hacia Halifax, Nueva Escocia. Tras esperar a que mejorase el tiempo, partieron hasta el 18 rumbo a Europa.
Llegaron a Burry Port, en el sur de Gales, (con poca gasolina) y no a Irlanda, como habían planeado. La misma Amelia reconoció que todo el trabajo lo hicieron los pilotos, pero al llegar los reporteros los ignoraron y la abordaron a ella. Después recibió felicitaciones del mismo presidente Calvin Coolidge. A raíz de este viaje empezó a ser conocida como Lady Lindy, por su parecido al aviador Charles Lindbergh.
Su fama creció en los medios de comunicación y comenzó a dar conferencias gracias al trabajo de Putnam. Él la ayudó a publicar su libro Veinte horas, cuarenta minutos, y también la acompañaba a todas partes. Fue tal la afinidad entre ambos que contrajeron matrimonio en 1931.
The powder-puff derby. Fundó la organización Las noventa y nueve en su habitación de hotel en Cleveland con otras pilotos, pues incluía a 99 miembros. Fue su primera presidenta.
En 1930 ayudó a formar y fue vicepresidenta de relaciones públicas de una aerolínea entre Nueva York, Filadelfia y Washington. Su carrera como aviadora no fue interrumpida, pues rompió récords de velocidad para mujeres en su Lockheed Vega.
A esta altura de su vida sentía que era la oportunidad de hacer un vuelo sola por el Atlántico, pues otras mujeres estaban a punto de intentarlo, y George la estimulaba para mantener su nombre en primer plano. Hasta 1932 nadie había hecho un viaje en solitario desde Lindberg. Ella haría el viaje desde Harbour Grace, Terranova y Labrador, a Gran Bretaña.
El 20 de mayo, exactamente 5 años después de Lindy, montada en un Lockheed Vega modificado, realizó el viaje.
Puesto que no tomaba café o té, Amelia se mantenía despierta oliendo sales. Sólo llevaba un termo con sopa y una lata de jugo de tomate. Llegó fuera del punto planeado en Derry, en el norte de Irlanda. Bajando del avión le preguntó a un hombre que se acercaba y tuvieron la siguiente conversación:
- —¿Donde estoy? —preguntó Earhart.
- —En el pastizal de Gallegher. ¿Vienes de lejos?
- —De Estados Unidos —respondió ella.
En esa travesía impuso más marcas: primera mujer en hacer un vuelo solitario en el Atlántico, primera persona en hacerlo dos veces, la distancia más larga volada por una mujer sin parar y récord por cruzarlo en el menor tiempo.
Los reconocimientos se acumularon. Hizo un tour por Europa; en Nueva York hizo un recorrido bajo lluvia de papeles; el presidente Hoover le condecoró con la medalla dorada especial de la National Geographic Society; recibió las llaves de varias ciudades; fue votada la mujer más destacada el año. El congreso la condecoró con la Distinguished Flying Cross, otorgada por primera vez a una mujer.
En 1934 anunció a George que la próxima aventura seria un vuelo a través del Pacífico, desde Hawái a California, y después a Washington. Diez pilotos lo habían intentado y murieron. Salió de Honolulu el 11 de enero de 1935 y aterrizó en Oakland, California, ante una multitud que la vitoreaba.
Roosevelt le envió sus felicitaciones. Ese mismo año realizó el primer viaje solitario de Los Ángeles a Ciudad de México, y de allí a Newark, Nueva Jersey.
Ya en 1935 comenzó a planear hacer un viaje alrededor del mundo. El Lockheed Electra 10E fue la máquina elegida. De realizarlo marcaría dos hitos: la primera mujer en hacerlo y la mayor distancia posible circunnavegando el globo en su ecuador. Según ella era el vuelo que le quedaba por realizar.
La trágica travesía alrededor del mundo
Fred Noonan fue escogido como navegante por su experiencia en el vuelo sobre el Océano Pacífico; además, llevarían otros dos tripulantes como técnicos. La primera etapa sería de Oakland, California, a Hawái el 17 de marzo de 1937. Sin embargo, cuando despegaba cerca de Pearl Harbor tuvo problemas y el aeroplano se deslizó fuera de control.
Hubo daños considerables. Uno de los tripulantes atribuyó a Amelia la responsabilidad del accidente. El Electra fue enviado de regreso a California para reparaciones y Amelia continuó los planes para hacer otro intento. Esta vez el curso del viaje sería hacia el este. De ahora en adelante sólo viajarían Noonan y Earhart.
Después de recibir al Electra partió de Los Ángeles hacia Florida el 21 de mayo de 1937. El 1 de junio salieron de Miami, y su primer destino fue San Juan, Puerto Rico, de ahí voló a Caripito, al oriente de Venezuela, bordeando luego Sur América con rumbo a África y el Mar Rojo. Desde allí realizó un vuelo inédito en la historia de la aviación, hacia Karachi en Pakistán. Después se dirigieron rumbo a Calcuta el 17 de junio. Posteriormente su destinos fueron Rangún (Birmania), Bangkok, Singapur y Bandung.
En Bandung en la isla de Indonesia ocurrieron algunos percances. Hubo retraso por el mal tiempo y a la aeronave se le realizaron reparaciones. Pero lo más grave fue que Amelia enfermó de disentería. Partieron de allí el 27 de junio hacia Darwin en Australia, donde mandó los paracaídas de regreso por que no serían necesarios —según ella—en lo que restaba del viaje.
Mapa del océano Pacífico con la isla Howland al centro y la posible ruta de Earhart en la zona, antes de su desaparición. |
Llegó a Lae, Papúa Nueva Guinea el 29 de junio con 35.405 kilómetros volados y 11.265 por recorrer. En ese lugar se comunicó con el Herald Tribune. Las fotos la mostraban enferma y cansada. Partió a las 0:00 GMT el 2 de julio. Se cree que el avión tenía 2.000 galones de combustible para 20 ó 21 horas de vuelo, pero la situación atmosférica no era la más favorable pues estaba nuboso y con lluvias intermitentes.
En lo restante mantendría comunicación con el guardacosta estadounidense Itasca. A las 7:20 GMT reportó su posición a 232 kilómetros al suroeste de las Islas Nukumanu. A las 8:00 GMT hizo su último contacto de radio con Lae donde se les comunicó que el avión volaba en curso a la Isla Howland a 3.657 metros de altura. Sin embargo nunca se supo el rumbo que siguió tras alcanzar Nukumanu. Después hubo algunas transmisiones cortas al Itasca, pero no pudo averiguarse su posición porque los mensajes eran demasiado breves.
A las 19:30 GMT se recibió el siguiente reporte: «KHAQQ llamando al Itasca. Debemos estar encima de ustedes, pero no los vemos… El combustible se está agotando…» A las 20:14 GMT el guardacosta recibió el último mensaje dando su posición; hacia las 21:30 GMT determinaron que el avión pudo haberse estrellado en el mar y entonces comenzó la búsqueda.
Se ha establecido que el aeroplano cayó de 56 a 160 kilómetros de la costa de la isla Howland. Se vislumbró una chalupa, pero al final no se encontró nada. De acuerdo con los expertos se cree que el avión pudo haber flotado debido a los tanques vacíos.
El presidente Franklin D. Roosevelt autorizó la búsqueda con 9 barcos y 66 aviones, una operación de un costo de 4 millones de dólares.
Alrededor del 18 de julio el rastreo fue abandonado en el área de Howland. George Putnam buscó más ayuda para continuar, pero las esperanzas de encontrarlos fueron ya inexistentes. Un faro fue construido en 1938 en la isla Howland en su honor. De su desaparición ha habido multitud de teorías acerca de su final y el de su compañero, así como expediciones en búsqueda de sus restos.
Amelia regularmente enviaba cartas a George, y en una de ellas escribió: «Por favor debes saber que soy consciente de los peligros, quiero hacerlo porque lo deseo. Las mujeres deben intentar hacer cosas como lo han hecho los hombres. Cuando ellos fallaron sus intentos deben ser un reto para otros».
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